Que díficil es cristalizar un encuentro a través de páginas de contactos. Cuanto trabajo y tiempo hay que dedicar a este invento de internet para conseguir una cita. Una cita a ciegas con una mujer que duda seriamente en acudir, temerosa de lo que va a encontrar.
Cuantas conversaciones escritas tanteando mutuamente el terreno, valorando si eres la persona buscada. Sin embargo a pesar de compartir lineas y lineas de conversación, de intentar ser gracioso, educado y sensible, al final solo queda el físico, el cuerpo, la cara, y por mucho que ellas lo niegen, la dotación.
En Adultfriendfinder todos buscamos sexo. En los hombres es evidente y claro. Lo reconocen abiertamente. Ellas no. Y este es el encanto. Tienes que cortejar telemáticamente a la chica, hablar de cine, de viajes o de música, contarle historias , ocurrencias, anécdotas. Ella sabe que solo quieres follarla y tú sabes que ella busca un hombre que le guste para follar.
La última mujer con quien compartí una cita internaútica tenía unos 45 años, culta, morena y delgada, soltera o separada , y se quejaba que no había hombres con quien salir. Donde se enconden los hombre me preguntaba. Le gustaba que le mandaran mensajes largos, cartas... Fuimos a un club de intercambios. No había estado nunca y tenía curiosidad. No sé si la experiencia le gustó demasiado, pero lo que sí que es cierto es que bailando en el cuarto oscuro había un chico joven de no máss de 25 años, solo, alto, medio desnudo. Mi pareja improvisada saltó como una gata sobre su pecho y le agarró la polla joven y tiesa, ante mi sonrisa condescendiente de buen perdedor . En el fondo todos somos iguales y buscamos lo mismo: follar con el más guapo.